La intención en la Cámara Diputados de remover a todos los comisionados del IFAI parece práctica pero no abona a la construcción de instituciones

Pocos lo saben, pero la guillotina nació como una medida humanitaria para los presos condenados a la pena de muerte. El doctor Guillotin, que hoy identificamos como un brutal asesino, era un médico que buscaba reducir la crueldad del hacha poco afilada que se usaba al ejecutar una sentencia. Eran tiempos de ilustración y Guillotin actuó en consecuencia. Había que tener un corte limpio y certero. Cortar de tajo.

Hay voces en la Cámara de Diputados, que aprovechando la crisis interna en el IFAI, han buscado cortar de tajo y remover a los cinco comisionados que hoy lo integran. Esta propuesta incluye el nombramiento, en manos del Senado, de siete nuevos comisionados. La coyuntura parece perfecta. Al dotar de autonomía constitucional al IFAI, se puede integrar un nuevo órgano colegiado con siete integrantes.

Cortar de tajo parece resolver muchos problemas. Meter orden en el IFAI y arrancar limpios una nueva era. Suena bien; parece práctico, pero no abona a la construcción de instituciones.

Podemos coincidir o no con las formas de los integrantes del IFAI; podemos evaluar y analizar críticamente su desempeño (individual y colectivo); podemos sentir simpatía o animadversión por ellos; pero si creemos realmente en el diseño institucional que le dio prestigio internacional al instituto, no podemos desdeñar los que éstos y otros comisionados consiguieron mediante el cumplimiento de las facultades y atribuciones que la ley les otorga.

A fin de cuentas, las reformas para dar autonomía constitucional al IFAI tienen su origen, en parte, en el reconocimiento a su desempeño durante la última década. Las reformas no surgieron por la crisis política que ahora vive y debemos ser cautos al pretender que dicha crisis se resuelva con las reformas. Los senadores aprobaron minutas para fortalecer un sistema nacional de información pública; para transparentar a sindicatos, a partidos políticos y a organizaciones civiles que reciben recursos públicos. El objetivo del Senado con estas iniciativas es la construcción de un marco sistémico, no la atención de los asuntos de la gobernabilidad interna de un cuerpo colegiado.

La posición del Consejo Rector de Transparencia Mexicana ha sido clara: las iniciativas dan espacio suficiente para el nombramiento de comisionados adicionales -se habla de dos- y también, para que una vez instalado el nuevo órgano colegiado, éste elija entre sus pares a su Presidente.

El objetivo de éstas y otras reformas en el Congreso es construir instituciones autónomas y robustas que ayuden a cumplir derechos y a dar resultados a los ciudadanos. Decapitar al IFAI no apunta a esa dirección. No contribuye a encontrar a mejores comisionados, ni a construir instituciones eficaces. No es el signo de un país democrático que busca la evolución institucional, sino una respuesta política a una desafortunada coyuntura basada en los estilos y las conductas personales.

*El autor es director de Transparencia Mexicana, capítulo México de Transparencia Internacional (@IntegridadMx), un organismo que promueve políticas públicas y actitudes privadas en contra de la corrupción y en favor de la cultura de integridad, promoción de la legalidad y rendición de cuentas.

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