Por Eduardo Bohórquez, Director Ejecutivo de Transparencia Mexicana

Hacia las 18 horas del día de ayer, 21 de agosto, la Comisión Permanente de  la Cámara de Diputados todavía no podía instalarse y el debate sobre los  posibles retrocesos en materia de acceso a la información pública se mantenía  sólo en las redes sociales y los medios. Es un momento de definiciones para la  vida democrática y el acceso a la información pública en México. También es una  oportunidad única para entender por qué es necesario impulsar la figura del  parlamento o congreso abierto en nuestro país. A reserva de un análisis más  profundo, compartimos algunos apuntes en el marco de la coyuntura política en la  que se encuentra la Cámara de Diputados.

1. Abrir la discusión a organizaciones y especialistas en un diálogo  franco, paga bien políticamente. Previo a la discusión de la minuta que  aprobó el Senado de la República, hubo un intenso y fructífero diálogo de los  Senadores con especialistas y organizaciones civiles. Lo que en principio  parecía complicar las deliberaciones, se convirtió en un espacio que ayudó a  consolidar una visión compartida de lo que podía y no podía hacerse en esta  materia. El resultado: muchos de los analistas y organizaciones prefieren los  consensos del Senado que las posibles modificaciones que han realizado, a puerta  cerrada, los legisladores en la Cámara de Diputados. La opinión pública no  quiere “cajas negras” sino parlamentos abiertos.

2. El proceso resulta opaco hasta dentro de la clase  política. Sólo unos cuantos legisladores conocían el documento de  trabajo en el que expresaban las reservas del PRI a la propuesta enviada por el  Senado. Un buen número de legisladores no conocían este documento. No fue el  desinterés sobre el proceso, sino el hermetismo de la élite política que  controlaba el proceso, lo que dio espacio a la especulación, la descalificación  mutua y la desconfianza ciudadana. Tal vez no se puedan abrir todos los procesos  de negociación al escrutinio público, pero transmitir la sensación, en boca de  los propios legisladores, de que el proceso es opaco, no contribuye a resolver  la crisis de representatividad de la democracia mexicana. El parlamento abierto  ataca frontalmente este problema.

3. Las dificultades para “conectar” con los ciudadanos. La  vida parlamentaria obliga a un diálogo intenso entre adversarios políticos. Hay  un diálogo público que la mayor parte de los electores solo atestiguamos. Pero  reservar la relación con los electores a observar los posicionamientos de los  partidos políticos o las fracciones parlamentarias, es una idea limitada y un  tanto pobre de la relación gobierno-sociedad. Los esfuerzos por “conectar” con  los electores de algunos de los senadores y diputados fueron mínimos. Solo un  puñado de actores políticos diestros en el uso de las redes sociales, aprovechó  este debate para acercarse a la opinión pública o sus electores. Y las  dificultades para “conectar” se hicieron evidentes: no es fácil compartir un  proceso legislativo con la opinión pública sin ciertas destrezas y métodos que  el gobierno abierto trae consigo. Otra razón para impulsar el parlamento abierto  en México.

4. Algunas de las organizaciones sociales más activas en la defensa  del derecho a saber articularon campañas para alertar sobre lo que ocurría en la  Cámara de Diputados. Bajo #TransparenciaYa se aglutinaron  organizaciones de naturaleza muy diversa para informar sobre el tema. El  Colectivo por la Transparencia llegó incluso a las calles del centro histórico  del Distrito Federal con “pintas” simbólicas. Otras organizaciones como Curul  501, Arena Ciudadana o la propia Transparencia Mexicana invitaron a los  ciudadanos a identificar a sus diputados y escribirles vía Twitter. Algunos  diputados reaccionaron positivamente y fijaron postura; y un número creciente de  ciudadanos que no pertenecían a organismos civiles se animaron a expresar su  opinión a los legisladores.

Aunque limitados, los cimientos del gobierno abierto ya están presentes en  este debate legislativo: bases de datos abiertas, uso socialmente útil de la  información pública, redes sociales que vinculan a representantes con  ciudadanos. De aprobarse el proyecto de Decreto de reforma  constitucional en materia de transparencia como lo presenta el  dictamen publicado el día 21, la historia registrará este hecho como un  retroceso para la democracia mexicana. Pero la importancia del parlamento  abierto para México ha quedado expresada con este debate legislativo: el  Congreso debe dejar de ser lo que alguna vez describió Bismarck como una fábrica  de salchichas donde nadie quiere saber qué pasa adentro. Ciudadanos,  especialistas, organismos civiles queremos ya parlamentos abiertos en  México.

Para leer la nota en el blog de Arena Ciudadana en Animal Político da clic aquí

Imagen de ChrisGoldNY