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Se trata de una historia vieja, tan vieja como la misma humanidad. Ya en la Biblia encontramos un conocido pasaje. Treinta monedas serán suficientes para que Judas delate a Jesús, todo ocurre en el huerto de Jetsemaní. La señal es un beso en la mejilla. Al propio Sócrates, ya condenado a tomar la cicuta, le ofrecen la posibilidad de fugarse con la ayuda de un guardia. Por supuesto no accede a comprar su vida. En estas célebres ocasiones es la moral de los individuos la que pareciera determinar los hechos: si Judas no hubiese sido un traidor no habría entregado a Cristo; si Sócrates no hubiese sido un extraordinario hombre de convicciones se hubiera salvado. Pero la lectura de la moral individual es engañosa.
Corrupción de los Ángeles a los Índices – Federico Reyes Heroles